#Entrevista | Jorge Curinao: El silencio es posible sólo a través de las palabras, por Eme

#Entrevista

Por Eme

Horadada por el viento y el mar, la producción poética del santacruceño Jorge Curinao tiene que ver con su historia y su lugar. Con cinco libros publicados y un puesto afianzado en el grupo de los poetas del sur, sigue y seguirá persiguiendo la perfección. Un camino de ripio, sin duda, pero uno que transita con respeto y convicción.

Jorge Curinao nació en Río Gallegos, Santa Cruz, una fría madrugada de otoño. En ese paraje del sur más ventoso, en una infancia enmarañada –nido de juegos, preguntas y plegarias-, y sin que él lo supiese siquiera, su poesía se estaba gestando. Ya en la adolescencia comenzó la búsqueda de la palabra exacta, esa que traduzca las sensaciones encontradas, los sentimientos, los arrebatos. Y la búsqueda se transformó en libro. En 2006 sale Sábanas de viento, elegido en el marco de la selección Mi Primer Libro, organizada por la Municipalidad de Río Gallegos. Posteriormente publicó Plegarias del humo (2009), Cactus (2010), Nadando (2012), y su más reciente obra, Otros animales, en 2014. Ese mismo año algunos de sus poemas fueron incluidos en la Antología Federal de Poesía de Patagonia, publicada por el Consejo Federal de Inversiones (CFI). En 2007 y 2015 representó a su provincia en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Hay mucho más para decir de este joven poeta, pero mejor, que lo diga él.

Jorge, ¿podrías compartir con nosotros alguno de tus poemas y contarnos algo sobre él?

Comparto este poema en prosa que forma parte de mi último libro, Otros animales, de 2014:

“Mi padre era un trabajador. Una mañana, en la primavera de 1987, se fue como todos los días. Pocos días después desapareció. Nadie supo bien qué pasó. Tal vez el mar. El cuerpo de mi padre muerto estuvo allí, en el mar, tirado por varios días, varias semanas. Nadie supo bien qué pasó. Como suele suceder. Desde entonces odio las muertes, las esperas y sobre todo, los ojos que no quieren mirar”.

Ponerle palabras a la muerte de mi padre me llevó la vida. Y esta forma, la del poema en prosa, también me llevó años.

¿Siempre viviste en el sur? 

Sí. Nací el mismo día que Juan Gelman, en una madrugada nevada. Eso cuenta mi madre.

¿Te gustaría vivir en otro lugar?

No, no podría vivir sin estos cielos. Además, si te fijás en un mapa, Río Gallegos está ahí, al borde del mar.  Eso también me atrae, la libertad en su máxima expresión. Eso sí, cuando puedo, me gusta ir unos días a Buenos Aires. Me gusta desintoxicarme de tanto silencio, adentrarme en el magnetismo de la gran ciudad. El viaje es un pretexto para comer un pancho en la Plaza de Mayo, tomar un café en el bar Iberia y visitar al Cayetano de la Catedral. He sido muy feliz ahí, en la Avenida de Mayo.

¿Cómo te acercaste a la escritura?

Me acerqué a la escritura a partir de la lectura de poemas de Mario Benedetti. Quiero decir que llegué a la escritura como lector de poesía, esencialmente.

¿Cómo es el movimiento literario por aquellos lares?

En Río Gallegos el viento es una constante. Eso condiciona la vida social, casi que no nos tratamos entre las personas, menos en el ambiente literario. Cada uno vive en su mundo, encerrado. Fuera de la provincia, creo que hay movidas interesantes, cosas que se hacen.

Siendo el viento un factor tan importante, ¿influye en tu ánimo al momento de escribir?

Yo también me hago la misma pregunta y aún no le encuentro respuesta; prefiero pensar que la poesía es un destino, que vas a escribir a pesar de todo. El viento influye en la vida de todos los días: salís de tu casa y lo primero que sentís es la abofeteada del viento. En ese contexto, son pocas las actividades al aire libre que se pueden hacer.

¿Qué te llevó hacia la poesía?

La poesía me ha salvado la vida. Desde ese día ha sido importante, vital.

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Todos necesitamos algo a que aferrarnos. ¿A eso te referís cuando decís que la poesía te salvó la vida?

Empecé a escribir poemas a los 17 años, con todo lo que eso implica (crisis y más crisis). La poesía me permitió conocerme, atravesar profundos estados de tristeza. Me sostuvo, me aferró a la vida. En ese sentido, pienso que me salvó la vida. Además, cuando empezás a leer poesía, ya no sos la misma persona. Ves las cosas de otra manera porque contás con otra información.

¿Cuándo publicaste tu primer libro?¿Qué significó?

Mi primera publicación se dio a partir de un concurso. El Municipio de Río Gallegos organizaba anualmente un concurso llamado Mi Primer Libro, destinado a autores inéditos. Un jurado de tres escritores elegía un libro para publicar en los géneros poesía, cuento y novela. El premio era la publicación de 500 ejemplares. Mi libro fue seleccionado entre 16 trabajos presentados.En ese momento, sentí como un desahogo. Necesitaba sacarme esos poemas de encima.

¿Cómo difundís tu poesía?

Hace casi diez años escribo en un blog, jorgecurinao.blogspot.com. Ese es el lugar de difusión; ahí también están los libros para descargarlos.

Elegís escribir poesía breve, ¿por qué?

Es una forma que se impuso después de trabajar con el lenguaje. Los poemas breves no admiten fallas. Cada palabra debe ser irremplazable. Debe estar amurada, no decorada. Por eso, el miedo de caer en lo absurdo es tan real.

¿Tenés algún método, o ritual,a la hora de escribir?

Mi forma de trabajo ha ido variando con el tiempo. Antes, al principio, era más pasional: no dejaba descansar el texto. Lo subestimaba. Hoy no trabajo así. Centro mucho mi atención en el proceso de corrección. Mis planes han ido variando. Hoy pienso a larga distancia.

En cualquier lectura o canción, encuentro palabras que pueden convocar un poema. Ese sería mi método de trabajo.

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¿Le dedicás un momento especial a la escritura?

Hace un tiempo que estoy en un período raro con la escritura. Vuelvo cada vez que puedo, trato de generar esos espacios. Pero siempre han sido las lecturas las que me llevan a escribir. La otra vez, terminé de leer la correspondencia entre René Char y Raúl Gustavo Aguirre, y me dieron unas ganas inmensas de escribir. Y lo hice.

¿Cuándo se termina de escribir un poema?

Pueden pasar años para terminar un poema, para encontrar tu propia voz. Cuando creo haber terminado un poema, me gusta encerrarme y leerme en voz alta. Me gusta oír el ruido de las palabras tropezando con el cielo del techo. Una al lado de la otra. Esos golpes me señalan la duda o la certeza. Música.

¿Hay algo imprescindible, algo que no le pueda faltar a un poema?

Silencio, a un poema no le puede faltar silencio. Es posible que la poesía sea en mí una forma de estar junto a mis ausentes. Una forma de comunión con mis antiguos silencios. De ahí mi obsesión y mi búsqueda incontrolable de la perfección.

¿Qué temas o elementos te seducen, te sirven de inspiración?

La vida, la muerte, el amor, la noche, la soledad, el mar, la infancia. Esas han sido mis obsesiones que, con el paso del tiempo, han tomado distintas formas.

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¿Hacés otras actividades relacionadas con la escritura?

Sí, desde el año 2012 coordino talleres de redacción en el área de Capacitación del Municipio. Son 10 clases de una hora y media. Intentamos, en cada encuentro, hacer una reflexión sobre el uso del lenguaje. Ese es el objetivo.

¿Qué estás leyendo o cuál es el último libro que leíste?

Estoy leyendo el último número de la revista Qu. Admiro a las personas que, a pesar de todo, siguen difundiendo literatura. Es un gesto grandísimo a la vida.

 

¿Hay algún poema de otro autor que te hubiese gustado escribir?

Cualquier poema de Alexandra Pizarnik.

En qué pensás si te digo…

Noche:Un paseo por la bahía de Ushuaia.

Madrugada: Los perros que me esperaban al salir del trabajo.

Aroma:Lo que deja el viento.

Música: La obra del Indio Solari.

Silencio:El camino que me lleva al desierto, el blanco de la hoja.

Si te pido una frase, un fragmento, un poema, ¿cuál sería?

No supe que estaba triste hasta que me pidieron que cantara. Es de Arnaldo Calveyra.

Tengo entendido que sos un buen asador, ¿a qué escritor conocido, vivo o muerto, invitarías a tu mesa? ¿Por qué?

Lo que pasa es que hace unos veinte años hago el asado en mi familia. Digamos que la constancia me ha hecho ser un gran asador. Modestia aparte. Invitaría a Antonio Porchia. Creo que seríamos buenos amigos, no habría tantos preámbulos. Le cantaría algunos tanguitos y cosas así.

Por último, de vida o muerte: ¿mate sí o mate no?

Mate amargo a la mañana, con los primeros rayos del viento. Mate de lata y termo riverplatense, por supuesto.

Para terminar como empezamos, dejame compartir un poema que elegí de tu libro Otros animales:

VII

La luz envejece en la habitación. Y yo, pidiendo una frase, una sola frase que me sirva de escudo ante tanta fiebre. Eso necesito para no confundirme: un canto distinto al mío. Una plegaria que me dé algo de respiro. Una invocación donde las palabras suenen como cuchillos en el aire. No obstante, eso no sucede. Suceden las mañanas de hombres sin rostros. Los signos del sueño. La luz apagada.

 


io (2)EME (Buenos Aires, 1970) Es columnista y realiza tareas de difusión y producción en Revista Qu (revista impresa de literatura y artes plásticas). Participa del armado y coordinación de las “Varietolas” y de presentaciones de libros. Le gusta tomar mate y leer en patas. Lee todo lo que le caiga en las manos, pero si tiene que elegir prefiere autores contemporáneos. Colabora en la selección de textos, corrección y edición de diversos proyectos literarios. Realiza aportes para Revista Kundra. Le gusta escribir reseñas y está haciendo sus primeras entrevistas. Participa de talleres de lectura, y le encanta el submundo Blogger, donde bucea y escribe pavadas, en una, o en varias líneas. Todo lo que no hizo lo está por hacer.

3 comentarios en “#Entrevista | Jorge Curinao: El silencio es posible sólo a través de las palabras, por Eme

  1. Qué lindo es leer una entrevista sobre Jorge! Hace poco lo descubrí como autor; de a poco nos estamos conociendo como amigos. La palabra exacta, “le mot juste”. Muchas gracias por esto.

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